Acostúmbrese a tener un “momento de tranquilidad” todos los días cuando su hijo esté descansando. Cuando su niño o niña se acostumbran a la rutina de la siesta, comprenderán lo importante que es si ven que usted también está calmándose y tomando un descanso para recargar las pilas. Aunque el niño no quiera dormir, puede acostumbrarse a quedarse en la cama y jugar con libros y juguetes blandos, sin hacer ruido. Baje la intensidad de la luz, apague el televisor y cualquier cosa que haga ruido. Puede poner música suave y lenta para crear un ambiente agradable, pero trate de apagar los demás aparatos electrónicos. Aunque su hijo duerma una siesta más larga, usted puede aprovechar unos minutos para respirar hondo, leer una revista, reflexionar sobre los acontecimientos del día o cerrar los ojos un rato. Cuando esté listo, puede volver a sus tareas diarias mientras su hijo termina la siesta. ¡Esperará con ansia su momento diario de tranquilidad!