Al principio, cuando acababa de nacer, en realidad no necesitaba un rincón acogedor; pero, a medida que comienzo a moverme más, a gatear y a desplazarme a lo largo de los muebles, sería bueno tener un rincón acogedor adonde ir cuando necesito un momento de tranquilidad. Puedes llevarme a mi rincón acogedor para que pueda acurrucarme junto a ti, cuando creas que podría sentirme abrumado o incluso cuando estoy realmente frustrado o enojado. Para preparar mi rincón acogedor, despeja un lugarcito y ponle almohadones para que sea cómodo. Asegúrate de que sea un lugar seguro para bebés, es decir, que no tenga enchufes, cables u objetos con los que pueda lastimarme. Sería bueno que pusieras algunos juguetes que no hagan ruido en mi rincón acogedor, como animales de peluche o libros de tela blanda o de cartón para bebés de mi edad. Cuando creas que necesito ir a mi rincón acogedor, dame palabras para describir lo que siento y dime que vas a llevarme a mi rincón acogedor: “Ese juego es muy difícil y me parece que es frustrante para ti. ¿Qué te parece si vamos al rincón acogedor para acurrucarnos y leer? ¿Puedo cargarte ahora?”. A veces podría irme yo solito, gateando, a mi rincón acogedor. En ese caso, sería fantástico que vinieras a acurrucarte conmigo para hablarme o leerme un rato, y también está bien si me quedo un rato solo allí. Por favor, si me llevas a mi rincón acogedor, quédate conmigo y ayúdame a calmarme. Recuerda que apenas estoy aprendiendo a manejar mis emociones. Necesito que mi rincón acogedor sea un lugar seguro y cómodo para mí, y no un lugar adonde tengo que ir cuando me porto mal.